De origen árabe Zamra que significa flauta o Zamara como llamaron los árabes a sus músicos narran que es el cante o baile de la zambra.
En la literatura de los siglos XVII y XVIII ya aparece la Zambra a la par que la zarabanda, el zapateado y el fandango ligado todos estos géneros a los morisco de Granada, a los que se unen muchas bandas de etnia gitana paralelamente a esta época de persecución a la que por el XVII fue sometido el pueblo morisco, integrándose desde entonces a los espectáculos que ya por las zonas del Sacromonte granadino realizara los gitanos.
Tres son los bailes que en estos espectáculos se desarrollan en las zambras, la Alboreá que al compás de bulerías por soleares, la mosca y la cachucha rememoran distintos momento del ritual de las bodas gitanas.
Distinto a todo lo relacionado con la Zambra granadina antes descrita, es el estilo que el genial Manolo Caracol, realiza en sus espectáculos en el que intenta recrear el ambiente del Sacromonte en el que su Zambra se realiza al compás del cante por tiento por lo tanto dentro del grupo del tango.
Ejemplo de estas zambras caracoleras, muy popular en los espectáculos de los años 50 y 60 del siglo XX encontramos a La Niña de Fuego o la Salvaora, tal vez las más famosas y por las que saltara a la fama Lola Flores con el que genial descendiente del Planeta y pariente de los gallos formando uno de los dúos flamenco-musicales más importante de la historia de los espectáculos flamencos.
Parece ser que la primera Zambra granadina fue la de Antonio Torcuato “El Cujón” y que se hallaba en el Humilladero mientras que ya en el camino del Monte las zambras se inician con los Amaya aunque podemos decir si temor a error que ríos de tinta se ha derramada sobre la historia del Sacromonte, sobre quienes fundaron las Zambras pues unos opinan que fuese cosa de la familia Amaya y otros de María la Canastera-
Ya en tiempos más modernos, pues también estos espectáculos del Sacromonte granadino tuvieron que pasar malos tragos, son las adaptaciones de Carmen Amaya, Pilar López o La Chunga al realizarse el baile con cierta sensualidad, pies descalzos, blusa de lunares y anudada al talle, falda con amplios pliegues a la altura de la cadera, que al bailar ondea al aire dando cierto erotismo que al público, generalmente extranjero, gustaba en sus visitas a los espectáculos que con estas zambras se realizara.
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