ENTREGA Nº 87 12 DE JULIO DE 2014
MUJERES QUE DEJARON Y DEJAN HUELLAS
EN EL CANTE
-18-
MARÍA
BORRICO
La
historia de cante flamenco es, desgraciadamente, corta en edad y expresión. La
flamencología moderna está haciendo un gran esfuerzo –como en su momento afirmara Fernando Quiñones- para reconstruir una de las
expresiones folklóricas más ricas del mundo: el flamenco.
Y este
es el caso -por tradición oral solamente- de una cantaora de la que sabemos ha sido básica en el cante: María Borrico.
¡Qué nombre tan poco romántico para
cantaora tan extraordinaria! Parece ser que esta cantaora era de raza gitana y
que nació en San Fernando en 1830, así al menos la sitúa el padre de los
hermanos Machado Don Antonio Machado
Álvarez "Demófilo”. El autor de
Colección de Cantos Flamencos, primer texto que nos esclarece el oscuro mundo
de nuestro arte, nos dice de María Fernández que esta cañaílla fue famosísima
cantaora de seguiriyas, de entre las que se ha hecho célebre su conocidísima de
"cambio" o "cabal":
Dice mi compañera
que no la
quiero,
cuando la
miro, la miro a la cara,
yo er
santo pierdo".
Este
cambio o remate ha sido usado por todos los cantaores contemporáneos
posteriores a ella como final de serranas, seguiriyas y livianas, cuentan que
el mismísimo Silverio Franconetti, su gran admirador, usaba este cambio
siguiriyero como macho de su Liviana o de su cante por Serrana.
María Fernández Fernández fue la
hermana mayor de Pedro Fernández, "El Viejo de La Isla." Según
estudioso de la época, gracias a ella
encontramos un estilo de seguiriya que
ha sido varias veces comentado como un
engarce entre las seguiriyas más antiguas
y modernas.
Con el nombre de María de Montemayor
de todos los Santos fue bautizada en su ciudad natal de la Isla de León. Hay
flamencólogos que opinan que su cante recuerda al de Perico Frascuela o al de
Juan Junquera
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