LOS PALOS DEL CANTE
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Seguiriya (1)
El cante por
siguiriya aparece al principio sin guitarra por lo que se dice que están
íntimamente emparentadas con las tonás. Es un cante gitano que se cantaba ya
con personalidad propia hacia 1.830, siendo los primeros grandes siguiriyeros,
según registra la historia flamenca y con siguiriyas conocidas, Francisco
Ortega Vargas de Puerto Real (El Fillo) y el Planeta de Cádiz.
Casi todas las
formas o modalidades conocidas fueron creadas por maestros gitanos en torno al
siglo XIX. Es a mediado de este siglo (alrededor de 1.860) cuando se empiezan a
separar del tronco común de las tonás, siendo los principales escenarios Jerez
y Cádiz con los Puertos, permaneciendo Triana como más conservadora de estas
primeras siguiriyas emparentadas con las tonás.
Hay teorías que
quieren darle al vocablo o incluso al cante de siguiriya una derivación de la
seguidilla castellana, pero ni musical ni estróficamente, como se ha demostrado
por casi todos los folkloristas, existe tal familiaridad.
Escritores del
pasado siglo, como Juan Valera, llamaron a la siguiriya playera refiriéndose a
las endechaderas o plañideras (lloronas contratadas por cuenta ajena en los
entierros de las personas pudientes) y como las citadas lloronas iban detrás
del entierro ponderando las virtudes del
difunto, le llamarían las seguidas cuyo diminutivo dio lugar a las
seguidillas.
De ahí que el nombre de playeras (corrupción
de plañideras) y el de siguiriyas (de seguidillas) coexistieran durante muchos
años referidos al cante actual como siguiriya.
No todos los
cantaores ni siquiera los historiadores de nuestro folklore han llamado de
igual forma a este hermético y mágico
cante jondo y así Ricardo Molina, González Climent y García Lorca, al igual que
Caracol, le decían Seguiriya, Antonio Mairena, como queriendo con el vocablo
demostrar aún más su ascendencia y creación gitana, le llama al cante por
Sigueriya. De todas formas todos sabemos y nos referimos al mismo cantar:
siguiriya, seguiriya o sigueriya.
La composición estrófica de la siguiriya
gitana, a diferencia también de la seguidilla mancheña, se aproxima o es una
endecha con cuatro versos hexasílabos el primero, segundo y cuarto y con once
el tercero, aunque con dos hemistiquios de cinco y seis sílabas.
"Yo no sé por donde
ni por donde no
se me ha liao esta soguita al cuello
sin saberlo yo."
Pero el hecho de que
las primeras siguiriyas estuvieran emparentadas con las tonás, se demuestra una
vez más en que las primeras estrofas fueran de cuatro versos hexasílabos,
añadiéndosele más tarde una exclamación como ¡Mare de mi alma! o ¡la pobrecita!
o ¡compañerita!
"Argún día por
verte
dinero yo daba
(compañerita) ahora por verte
güervo yo la cara."
La música de la siguiriya es de gran
solemnidad, su salía profunda, lastimosa, está constituida por un largo
"quejío" que se va pausadamente alejando.
La riqueza de
inflexiones modulante (según Falla) y los modos tonales de los sistemas
musicales primitivos, le dan al cante por siguiriya ecos de restos elementos
musicales por un lado árabe y por otro del canto litúrgico bizantino.
Musicalmente la siguiriya se desenvuelve en
ritmo libre, siendo la guitarra quien marca el compás. Muchos son los teóricos
que han estudiado el ritmo y el compás, habiendo interpretaciones y transcripciones
para todos los gustos destacando el del que la siguiriya gitana es un compás de
amalgama: el de 7 x 8 distribuido en 2 + 2 + 3 y también en 2 x 4 + 3 x 8.
Sobre el año 1.870
existían de cuarenta a cincuenta modalidades distintas de siguiriya, conservándose
hoy en día veinte siguiriyas diferentes. Tres son las escuelas primitivas y
actuales de este cante, cuales son: Triana, Cádiz y los Puertos y Jerez, aunque
dentro de ellas existen algunas diferencias sobre todo en las de Triana con
irradiaciones en Sevilla, Utrera, Alcalá Lebrija y en Cádiz y los Puertos con
La Isla.
La siguiriya, además de un primitivo cante,
es también madre de un importante grupo de cantes que utilizan el mismo compás
aunque manteniendo unas diferencias melódicas y en algún caso, a pesar de sus
profundidades en contenidos y en formas, permanecen algo estancadas.