2ª Fase: los Café Cantantes.
Denominada por
muchos historiadores del flamenco como la etapa de esplendor o del apogeo salvo
en el caso de algunos escritores del 98 que se pronunciaron de forma unánime
como antiflamenquistas pues suponían que esto formaba parte de la España de la
charanga y la pandereta, consiguiendo con esto que se retrasara en cerca de
tres cuartos de siglo el que se reconociera a dicho arte los valores humanos
que posee. Sobre los años 1.840 aparecen las primeras tentativas de crear establecimientos
dedicados en exclusiva al cante y al baile flamencos.
El primer café
cantante que conocemos empezó a funcionar en la calle sevillana de los
Lombardos, pero el que le dio realce a estos cafés cantantes fue sin lugar a
duda el célebre cantaor (discípulo payo del Fillo) Silverio quien a su vuelta
de las aventuras que tuvo en Hispanoamérica sobre los años 70 del siglo XIX
inauguró para bien o para mal del flamenco la era del cante y el baile
enfocados como materia negociable. Los comentarios sobre la verdadera
significación de los cafés cantantes en la historia del flamenco oscilan del
elogio más incondicional hasta el más incondicional de los rechazos. Hay
quienes consideran que estos cafés cantantes fueron los verdaderos artífices
para que el cante y el baile flamenco fueran de la estimación popular,
considerando a esos cafés como la gran oportunidad que se le ofreció a los
cantes y bailes gitanos-andaluces para conquistar su más fructífera y
generalizada estimación. Otros, por lo contrario, afirman que los cafés
cantantes representaron algo así como la fábrica de las corrupciones en la
evolución histórica del flamenco, destacando en esta opinión Antonio Machado
Álvarez -Demófilo- (padre de los Machado) que lo publica y esclarece en su
libro "Cantos Flamencos".
Café cantante El Burrero
Lo cierto es que ni
tanto ni tan poco y sí que a partir de mediados del siglo XIX y a través de
estos cafés, el flamenco empieza a reestructurarse formalmente y a ser conocido
en muy diversos lugares de la geografía española, proliferando en todas las
ciudades andaluzas, sobre todo en Sevilla, Cádiz y Málaga, y en otras no
andaluzas, como Madrid, Barcelona y Cartagena, llegando la época dorada de los
cafés de los señalados años setenta del XIX hasta los veinte del siguiente
siglo.
Antonio Arévalo
describe estos cafés como un gran salón en cuyos fondos se alzaba un tablado
(el tablao) al que subían los artistas por unas pequeñas escalerillas de
madera; alumbraban la estancia varios quinqués de los de media luz. Mujeres no
solía haber entre los espectadores, todos eran hombres (campesinos, artesanos o
propietarios...). En los cafés cantantes empezaban a desaparecer los corríos
dando lugar a que tomasen verdadero auge las siguiriyas, soleares, cantiñas….,
y gracias al genial Don Antonio Chacón empiezan a tomar forma, hasta cierto
punto definitiva, cantes procedentes del fandango local como malagueñas,
granaínas, cantes mineros o cartageneras.
Además de D. Antonio
Chacón (cantaor payo como Silverio) destaca también Francisco Lema
"Fosforito", Manuel Torre, Diego el Marruro, Curro Puya y Enrique el
Mellizo, llevando todos ellos, payos y gitanos, estos cantes junto con las
soleares y siguiriyas a su más alta expresión.
Tio, eres un crac. Enhorabuena. Espero poder seguir disfrutando de tus lecciones
ResponderEliminarGracias Paco, de todas formas a ver si nos vemos un día y me aclara algo de estos tecnicismos.
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