3ª Fase: El Flamenco en el
teatro.
A la etapa de los
cafés cantantes le sucede otra etapa meridianamente distinta, época a la que le
llaman los felices veinte y que dura hasta la guerra civil española. Si
críticas tuvo por parte de los intelectuales de la generación del 98 la manera
de extenderse el flamenco con los cafés cantantes, la del teatro fue aún más
criticada y no sólo por los intelectuales sino por los aficionados (los buenos
aficionados y flamencos en general). Es la época del Ballet que despertó
también interés en la danza flamenca, se lleva el flamenco formando grandes
listas de cantaores (a los que empiezan a llamarles cantantes) nos encontramos
pues, con un frío ambiente teatral donde
los cantes por soleá, siguiriya... donde los cantes puros y primitivos empiezan
a estar vedados en estos lugares.
El gran público
empieza a pedir cantes menos aquejados, escuchándose ecos de cantes venidos de
otros lugares de la península y del otro lado del Atlántico, son los que
llamarían cantes de ida y vuelta, cantes como la Milonga, vidalita, habaneras,
colombianas, rumbas..., cantes más dulces, menos duros, menos jondo, faltos de los
pellizcos flamencos que los primitivos cantes tienen, cantes que gustan a las
masas de aficionados a los que le adulteran el flamenco, a los que
"empachan" de fandango, adulterándose incluso tan peculiar estilo o
palo de cante. Es en definitiva, época de los
cantes aflamencados y no de cantes flamencos, imperando el fandanguillo.
Es en esta época la
llamada no sólo etapa teatral sino la época de la Ópera Flamenca, habiendo
varias teorías totalmente complementarias sobre el porqué se le llamó ópera
flamenca: por un lado el abundar estilos de cantes con la voz atenorada (se
apodera del cante el "virtuosismo" -dicen Ricardo Molina y Andrés Salom-),
voz líricamente timbrada, con grandes modulaciones y finísimo oído. Y por otro
lado opinan que el sobrenombre de ópera flamenca obedeció a un simple ardid de
carácter administrativo, ya que la ópera (oficialmente protegida) pagaba
entonces muy reducidos impuestos y alguien pensó ese híbrido bautismo para
acogerse a las ventajas fiscales.
Lo que evidentemente
el transcurso de los años ha dejado claro es que si el "tablao" del
café cantante pudo servir (aún con algunas discusiones) de presunto vehículo de
extender o de contaminación del flamenco, al ser éste sacado de su clima natural
a esas abigarradas escenas a esos espectáculos de varietés, supuso su más
corrosiva experiencia.
Chacón, que había
sido un verdadero impulsor de los cantes derivados del fandango y que en los
cafés cantantes había llevado al verdadero esplendor cantes como la Malagueña,
Granaínas..., a la par que otros lo hacían con soleá y siguiriya, es
uno de los más importantes impulsores de este flamenco en el teatro. Es,
en suma, el símbolo de la época teatral, argumentos que aunque se le ha
reconocido que a los cantaores les dio realce social, se le ha criticado por
los viejos y puros aficionados y flamencólogos por la decadencia a la que llega
el verdadero cante flamenco.
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