3ª Fase: El Flamenco en el
teatro (2)
Concurso de Granada (sus inicios)
Fernando el de
Triana, uno de estos buenos y añejos flamencos y flamencólogos, comentaría
refiriéndose a la diferencia de los cafés a los teatros:
"¡Cómo se ponía el trayecto comprendido
entre la calle Rosario y la calle Tarifa! Verdaderas bandadas de aficionados de
todas las clases sociales comentaban lo que acababan de oír deseando de que
llegara el momento de escuchar al otro ídolo para después enjuiciar con
verdadero conocimiento crítico la labor realizada por dos competidores
amistosos -se refiere a Chacón y Fosforito el Viejo, para añadir con alguna
sorna, ¿Iría alguien hoy, de un teatro a otro, a ver a dos de esos niños de las
milongas?” -Fernando de Triana (Fernando Rodríguez Gómez) Arte
y Artistas flamencos, publicado en el primer tercio del siglo XX.
Otros cantaores de
nombre importante en esta época fueron Marchena como maestro de este estilo,
sin olvidar nombres como Valderrama y un sin fin de "fandangueros"
discípulos de los anteriores.
Pero durante esta
época el verdadero cante, los verdaderos palos flamencos, estaban aunque de
forma recogida entre los viejos aficionados, entre las familias flamencas, bien
guardado. Y si un grupo de intelectuales de la generación
del 98 criticaba el flamenquismo que otrora salía de los cafés, otro grupo de
intelectuales -poetas de la generación del 27- encabezados por el genial y
músico inmortal Falla, firman un manifiesto, conscientes dicen, de la
importancia que para la vida artística de los pueblos tiene la conservación de
sus cantos primitivos y así organizan con motivo del Corpus de 1.922 en la
ciudad de Granada el "Concurso de Cante Jondo de 1.922".
El concurso de Cante Jondo de
Granada iba a representar a la postre un revulsivo de críticas positivas y
negativas por parte del mundo flamenco pues el objetivo primordial, como dice
el manifiesto, era la conservación de los cantos primitivos y para ello se
organiza pidiendo la participación en exclusiva de los cantaores o cantaoras y
bailaores o tocaores aficionados y no los profesionales, pues argumentaban que
si cantaban Manuel Torres, Pastora Pavón "Niña los Peines" o Antonio
Chacón, ¿cómo se iba a hallar voces entre los cantaores vuelto de espalda al
mundo del flamenco comercial?, ¿cómo encontrar nuevos cantaores? Todos los
profesionales entonces tuvieron duras reacciones sobre estas bases que la
organización publicara ¿quién iba a cantar entonces? se preguntaba Centeno,
"¡Los aficionados que cantan bien aceptan contratos, pues hoy se paga el
cante!.., ¡los discípulos!, ¿y quiénes
son los discípulos?"
Enterados los
organizadores de los problemas planteados por los profesionales, buscaron hasta
encontrar la solución acertada cual fue la participación de éstos al final del
concurso como artistas invitados y fuera de concurso. Pero no fueron éstas las
únicas críticas que la celebración del concurso despertó. También tuvieron que
leer de los distintos medios de comunicación actual (periódicos y revistas)
opiniones muy duras y controvertidas hacia los organizadores y, ¡cómo no! otras
muy aceptables del mundo de la España intelectual y de personajes de la cultura
de otros países como del pintor inglés Wyndham Tyrol o del estudioso Georges
Hilaire sin olvidar a los mencionados españoles como Hermenegildo Giner de los
Ríos, Manuel Chaves y Gómez de la Serna. Por estas razones Felipe Pedrell
(compositor y músico español que desgraciadamente moriría ese mismo año de 1.922,
maestro de Albéniz y del mismo D. Manuel de Falla) escribía a Falla:
"Diga usted a los amigos que el cante
jondo lo estoy ahora cantando por dentro, pues ya sabe que si no estoy ahora en
presencia de ustedes, lo estaré siempre en esencia con toda el alma. Les deseo
un exitazo civilizador".
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