ENTREGA Nº 35 13 DE JULIO DE 2013
El
Flamenco en el Puerto (2)
LA III FIESTA DEL CANTE DE LOS PUERTOS (14 de agosto-1973)
Dedicada
al cantaor gaditano Ignacio Espeleta y contó entre otros con artistas como:
Miguel Rodríguez Niño el Bengala, la familia del Cepillo, José el Negro,
Pansequito, Manuel Mairena, el puertorrealeño Eliseo, aunque en el cartel
figurara Eliseo del Puerto…
PEDRO NIÑO BONEO
El
mítico Brujo, cantaor del Puerto de Santa María nació en 1819, el cante del Brujo,
representa el más puro sabor portuense y
pudo servir de base al Loco Mateo y al Nitri, más jóvenes que El Brujo, para la
creación de sus cantes. Este mítico cantaor fue creador de una personalísima
Toná, así como de Romances que gracias al trabajo de Luis Suárez y a su
divulgación en las Fiestas del Cante de los Puerto, sobre todo en su 3ª edición
en la que cantó El Bengala, tataranieto del Brujo, quién interpretó los cantes de los Puertos
aprendido por transmisión oral de su familia.
La familia de “El Bengala” marchó de El
Puerto a Sevilla, por una cuestión que tuvo su tatarabuelo con un tal
Joaquinillo El Farolero, cuya historia cantaba “El Brujo” como un león herido,
cada vez que se acordaba de que a su hija Salud la había perdido el tal Joaquinillo:
Por tristes cuarenta reales.
Y unos zapatos moraos,
Joaquinillo El
Farolero,
tu
jardín ha marchitao.
MANUEL
DE LOS SANTOS GALLARDO
Cantaor gitano de la más pura raza de
los cantes gitanos, nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) en la calle Nueva del
barrio de Santiago, en el año 1908, y murió en Rota (Cádiz) en el 1976, Se le
llamo artísticamente El AGUJETA EL VIEJO,
porque trabajo en el ferrocarril y era el que cambiaba las agujas, de ahí le
viene el apodo del Agujetas, su hermana Carmen, hermanos Diego Rubichi, Domingo
y el Chalao, todos ellos de la pura raza flamenca. Manuel Agujeta el viejo tuvo
4 hijas y 5 hijos, Tomasa que es la mayor de todos los hermanos, Juana que se
encuentra en América, Maria y Lica que es la más pequeña de todos sus hijos, y
los hijos son Juan el Gordo, Manuel Agujetas, Paco, Diego y Luis Agujetas.
El Agujetas el Viejo, se caso en Rota
con Ana Pastor Monje, una gitana que conoció en Rota donde El Agujetas solía ir
siendo muy joven solo para verla casándose con ella. Nunca llegó a ser
profesional, se dedico más a las reuniones de amigos y fiestas familiares, pero
en su entorno pasó el relevo a sus hijos, como a sus nietos y sobrinos, que
siguieron su escuela para orgullo de nuestro arte flamenco.
LA IV FIESTA DEL CANTE DE LOS PUERTOS (1-2-3--agosto-1974)
Patrocinada por el
Excmo. Ayuntamiento del Puerto de Santa Maria, con la colaboración de la
tertulia Flamenca Portuense y en memoria de Perico Frascola y dedicada al cante
de Sanlúcar.
Con la actuación en el
cante de:
Tio Alonso, El del
Cepillo del Puerto, Agujetas, el Viejo de Rota, Chano Lobato de Cádiz, Encarna
la Sayago de Sanlúcar, Seño Juan Pavón de Puerto Real, Juan de los Reyes del Puerto, Manolo Mairena, María Vargas de Sanlúcar, Tío Miguel Niño, El Bengala de
Triana, José de los Reyes el Negro del Puerto, Pepe Sanlúcar, Seño Ramón
Medrano de Sanlúcar, Alonso Núñez Rancapino, Fernando Terremoto.
Con el baile de:
Isabel Romero de Sanlúcar
Y el toque de:
Antonio Núñez del Puerto, Isidoro Sanlúcar, Manolo Sanlúcar y
Melchor de Marchena
Corridos, corridas o carrerillas. El
Romancero oral de los gitanos bajoandaluces, germen del cante flamenco.
Escribe Luis Suárez: “Desde 1958 en que descubrí una rara rama del romancero de tradición oral ininterrumpida entre los gitanos de Andalucía la Baja, he logrado tener el mayor corpus de romances de tipo épico e histórico que pueda hallarse en cualquier parte del mundo hispánico, incluyendo las comunidades sefarditas de Oriente. Ello me ha permitido conectar esta recolección con los cuatro romances recogidos por Estébanez Calderón, en 1838, con las encuestas entre gitanos de Cádiz y de Triana de Manuel Manrique de Lara, en 1916 y con los dos romances recogidos en 1922 por Álvaro Picardo, en Cádiz.”
Pero, a la vez, se ha podido documentar esta costumbre de cantar romances viejos por los gitanos bajo-andaluces desde tiempos muy remotos. La deturpación o deformación y el fragmentismo de este Romancero particularísimo han propiciado la aparición de trozos y formulas de romances más breves, de tres y cuatro versos, que han tomado una trayectoria distinta y a los que se les ha dado, en el tiempo, un nuevo cauce expresivo.
Escribe Luis Suárez: “Desde 1958 en que descubrí una rara rama del romancero de tradición oral ininterrumpida entre los gitanos de Andalucía la Baja, he logrado tener el mayor corpus de romances de tipo épico e histórico que pueda hallarse en cualquier parte del mundo hispánico, incluyendo las comunidades sefarditas de Oriente. Ello me ha permitido conectar esta recolección con los cuatro romances recogidos por Estébanez Calderón, en 1838, con las encuestas entre gitanos de Cádiz y de Triana de Manuel Manrique de Lara, en 1916 y con los dos romances recogidos en 1922 por Álvaro Picardo, en Cádiz.”
Pero, a la vez, se ha podido documentar esta costumbre de cantar romances viejos por los gitanos bajo-andaluces desde tiempos muy remotos. La deturpación o deformación y el fragmentismo de este Romancero particularísimo han propiciado la aparición de trozos y formulas de romances más breves, de tres y cuatro versos, que han tomado una trayectoria distinta y a los que se les ha dado, en el tiempo, un nuevo cauce expresivo.
Bernardo del Carpio y los gitanos
bajoandaluces.
El enorme caudal de textos y músicas
del ciclo de Bernardo del Carpio recogidos por Luis Suárez, entre los gitanos
de El Puerto de Santa María principalmente, no tiene otra explicación que la
identificación de esta casta con el propio héroe del Romancero. Sus propias
desventuras y el haber estado, en memoriales desgarradores reclamando la
libertad de sus padres, esposos, hijos, hermanos, condenados a penas de
galeras, en los arsenales o en las minas de Almadén, los ha identificado con un
héroe que pasa toda su vida reclamando a Alfonso El Casto la libertad de su
padre, el conde de Saldaña, preso, en el Castillo de Luna. Llega a tal punto su
identidad que hasta adoptan su nombre, Bernardo, y su apellido, Carpio, desde
el siglo XVI hasta la actualidad.-
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