ENTREGA Nº 44 14 DE SEPTIEMBRE DE 2013
La Isla y el flamenco (2): Sus cantaores
EL VIEJO DE LA ISLA
PEDRO
FERNÁNDEZ PIÑA, cantaor gitano, era muy conocido por sus cantes por seguiriyas
dejando escuela propia, su nombre artístico más conocido en la historia del
cante flamenco era de EL VIEJO DE LA ISLA, nació en San
Fernando en el siglo XIX. Hermano de María Borrico.
Demófilo
lo incluye en su nómina de intérpretes insertada en su obra Colección de cantes
flamencos, aparecida en 1881, en la que también figura como Perico Piña, nombre
por el que igualmente era conocido, lo que ha dado lugar a considerarlos dos
intérpretes distintos.
Se
le recuerda como un personalísimo siguiriyero, una de cuyas letras más
habituales era la siguiente:
Fragua, yunque y martillo,
Rompe los metales,
Er
juramento que yo a ti tajecho,
No
lo rompe naide.
Al
parecer su trayectoria artística estuvo limitada a su comarca natal y sin
embargo alcanzo gran notoriedad y fama. Sus hijas, en 1865, formaban parte de
la compañía de Silverio, y en otras funciones hacían pareja de baile con los
hijos de Curro Durse, según datos de la época.
MARÍA BORRICO
María
Fernández Fernández fue la hermana mayor de Pedro Fernández, "El
Viejo de La Isla." Según estudioso de la época gracias a ella encontramos un estilo de seguiriya que ha sido varias
veces comentado como un engarce entre
las seguiriyas más antiguas y modernas.
En 1830 nació en la Isla de León,
bautizándola con el nombre de María de Montemayor de todos los Santos. Hay
flamencólogos que opinan que su cante recuerda al de Perico Frascuela o al de
Juan Junquera.
Dice
mi compañera
que
no la quiero,
cuando
la miro, la miro a la cara,
yo
el sentío pierdo.
Cómo
se ha indicado en algunas ocasiones tercios de su estilo por siguiriya se ha
cantado “a modo de macho” para terminar la Liviana o la Serrana.
ÁLVARO
DE LA ISLA
Cantaor
isleño que destacó en el cante para bailar, pero sin olvidar su peculiar forma
de interpretar los fandangos, cante que dominaba.
Nació
Andrés Álvarez, pues así se llamaba este cantaor, en el año 1927, muriendo con
poco más de cuarenta años, cuando prácticamente empieza a ser reconocido como
un grande en los cantes “patrás” pues le cantó a Antonio, actuando
con gran brillantez en El Corral de la Morería, con el ballet de Rosario
o en Torre Bermejas.
EL NIÑO DE LA ISLA
Nacido en el 1877, este payo llamado José
López Domínguez fue considerado a
principio del siglo XX como uno de los importantes en reuniones privada o
en actuaciones en los café cantantes
como El Novedades, entre sus cantes preferido que lo hacía con exquisito arte
estaban los tangos, grabó poco pero lo
hizo con tal maestría que pocos lo mejorarían, su especialidad en los cantes
más antiguos la dejo patente en sus grabaciones, todas recogidas tras su muerte
en diciembre del 1929 por su aficionado más importante, el duque de Alba.
Gracias a esta
circunstancia ha podido en un futuro
inmediato oírse los cantes de este isleño.
EL
CHATO DE LA ISLA
De
nombre José Llerena Ramos nació en el año 1.926 y
murió en la localidad madrileña de Fuenlabrada a los ochenta años de edad. Su
apodo de El Chato, claramente como consecuencia de la fisonomía de su rostro,
le hizo famoso hasta incluso después de muerto, “el chato más chato que cantaba
porque había nacido para cantar”, llegó a escribir en el País Ángel
Álvarez Caballero el 7 de agosto de 2006.
Cuentan que empezó a
Cantar con apenas ocho años y lo hacía en los tranvías del trayecto
Cádiz- San Fernando, donde realizaba sus cantes para luego pedir unos reales,
algunos días llegó a cobrar hasta catorce pesetas con lo que se podía alimentar
toda su familia.
Caracolero de convicción, el mismo Chato decía de Manolo
Caracol con quien compartió escenario en los Canasteros que fue el mejor
cantaor que escuchó en su vida. Destacó por su finura en el cante, pero sobre todo para bailar, cosa que realizó
durante algo más de veinte años entre cabarets gaditanos, La venta Vargas, para
más tarde en el 1961 marchar a Madrid, trabajando en las Brujas, en reuniones y
fiestas privadas donde él comentaba que se encontraba a gusto
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