ENTREGA Nº 71 22 MARZO DE 2014
MUJERES QUE DEJARON Y DEJAN HUELLAS
EN EL CANTE
-2-
ANIYA
LA DE RONDA
Pero
no fueron estas admirables mujeres comentadas en días anteriores, las únicas
capaces de defender su arte ante el difícil machismo reinante, sino que
hicieron que aparecieran muchísimas otras también muy importantes.
Así
desde estas líneas quisiera recordar además de a esas “valientes” mujeres del
pasado que crearon huellas por su arte, por sus arrestos, por saber ser mujeres
de verdad en los peores tiempos posibles, a otras jóvenes artistas actuales que
van dejando huellas y a las que tampoco les falta el arte ni las otras grandes
virtudes de nuestras antepasadas.
Son
grandes artistas pues las que desde
estas modestas líneas quiero recordar para que apreciemos su arte a pesar de
las dificultades que encontraron en su día y que aún podemos decir encuentran.
Y así iniciamos con casos como el de Ana Amaya “Anilla la Gitana, rondeña
nacida el 27 de septiembre de 1855
Anilla la Gitana también conocida como Aniya la de Ronda, al igual que la conocidísima Serneta también
se acompañaba en sus cantes con la guitarra que ella misma tocara.
Prácticamente toda su trayectoria la realiza en su Málaga natal y pueblos
cercanos, actuando en reuniones o en
Cafés cantantes como el de Chinitas, allá por 1890 aunque anteriormente
destacar en otros como La Primera de Ronda, El Pollo, Fornos, Siete Revueltas,
coincidiendo en algunos de ellos con figuras como la también malagueña (de
Ronda) Paca Aguilera o el maestro jerezano Don Antonio Chacón.
Se cuenta de “la reina de los gitanos” como
también llamaban a Anilla, que entre los eventos del Concurso de Cante Jondo de
Granada (1922) Federico García Lorca, la citara como una de las cantaoras-figuras destacada en su
conferencia “Importancia Histórica y artística del primitivo cante andaluz llamado
“Cante Jondo”
Es una escalera de vidrio
por
una suben las penas,
por otras bajan
martirios
Pastora Imperio, quién le regaló una bata
de cola también supo del gran valor artístico de La Gitana, destacando también
el mantón de Manila, regalo que la
mismísima reina Victoria Eugenia, tras una fiesta íntima en la que cantara Anilla la Gitana para la familia real. Aunque
como se ha comentado casi todo su andar flamenco fue por Málaga y sus
alrededores también conocieron el arte de Anilla en Barcelona concretamente en
la Exposición Universal de 1930 actuando en el Pabellón del Pueblo Español
cantando y bailando, en este caso acompañada del tocaor más importante del
momento y tal vez uno de los mayores genios que la guitarra flamenca ha dado: Ramón Montoya, tenía por entonces setenta y
cinco años aunque en algunos reportajes de entonces apareciera con la edad de
ochenta y cinco.
José Carlos de Luna en su obra “el Cristo de los Gitanos” le dedicó
un poema en el que nos glosa parte de la personalidad de Ana Amaya Molina, así
como lo genial de sus tercios cortos por
soleá.
Su
flácido pescuezo, de carne
de
gallina,
que
con polvos baratos blanquea
y
enharina,
aún
luce con descoco un collar
de
colores,
que
fue premio a su cante corto
por
soleares,
y
que un día Curro Dulce,
destocado
el pavero,
tras
besar sus manos,
la
puso en El Burrero.
Cantaba, se acompañaba ella misma con la guitarra y en muchas
ocasiones también destacaba por su baile, su compás fue considerado todo un
verdadero arte, así como la genialidad en su cante por soleares como nos
describe Núñez de Pardo en su libro “Cantaores Andaluces” en cuyo
capítulo Esclava del amor, nos confirma diciéndonos como ella siente el
cante, como concibe la belleza, como siente, Anilla, las
grandiosidades de ese arte:
"Ella siente el Arte como el corazón que
más lo sienta, concibe la belleza como el cerebro constituido para concebirla
mejor, siente las grandiosidades de ese arte, como el alma que con más
intensidad pueda sentirlas, pero su corazón, su cerebro y su alma,
absolutamente humanos, en toda la hermosa acepción de esta palabra, sólo ven en
su arte un vehículo para enviar desde sus entrañas al infinito toda la
expresión de su exquisita ternura, de sus ansias de goces, de sus sueños de
amor, de su ambición de cariño, ambición que guarda la primera y tal vez la sola
finalidad de subida, ambición que mueve todos sus actos que impulsa los
resortes de su organismo. Eso es lo que la ha hecho más simpática aún más que
sus mismas cualidades para el cante, y a eso se debe, en primer término, los
triunfos artísticos que ha logrado y los aplausos que ha obtenido.”
La trayectoria flamenca de esta gitana ha sido como se ha
comentado, muy reconocida en su tiempo por escritores, poetas y periodistas,
sin embargo no tenemos hasta la fecha datos fehacientes mediantes grabaciones
de sus cantes aunque desde su localidad natal nos llega los trabajos
incansables de los flamencos rondeños en conservar viva la historia de Aniya
la de Ronda y de ahí el recuerdo que años tras años nos llega a través
del concurso de cante que se celebra en Ronda y que se dedica a la memoria de Ana
Amaya y que en el 2013 alcanzó su XIX edición y de la cual nos llega un
ejemplo mediante el video que transcribimos de uno de los concursantes de la
edición XX en su tercera ronda celebrada
recientemente.
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