viernes, 15 de noviembre de 2013

Flamenco en Sevilla II

 ENTREGA Nº 53      16 DE NOVIEMBRE DE 2013 


… Y Sevilla (2) Triana
                       
                                   Que bonito está Triana
                                   cuando le ponen al puente
                                   banderas republicanas.      
         A pesar de su proximidad física, por lo que respecta a la vida flamenca,  entre Sevilla y Triana han existido siempre notables diferencias. Según Manuel Bohórquez Casado ("Rito y Geografía del Cante".- ALGA Ed., Murcia l997, pág. 114) en Triana se cantaba en las tabernas, donde se entablaban duelos entre figuras trianeras del cante, en una época en la que en Sevilla el arte flamenco triunfaba en los cafés cantantes. En Triana apenas hubo cafés cantantes, según este autor, y los flamencos trianeros tenían que cruzar el Guadalquivir para cantar en los cafés cantantes de Sevilla. Es más, antes de que nacieran los cafés cantantes, los intérpretes de flamenco vivían de las fiestas y de las academias de baile, que en Sevilla eran muy abundantes.
         Actualmente se conoce como Pagés de Corro pero desde el siglo XVI este lugar es conocido como  La Cava al estar recorrida la calle por un foso para proteger al barrio de los continuos  desbordamientos del río Guadalquivir, divididos entre dos tramos llamados Cava  Baja o Cava Vieja (conocida a partir del XIX de los Civiles, por estar situado en n la zona el  cuartel de la Guardia Civil) y Cava Alta o Cava Nueva, posteriormente llamada Cava de los gitanos pues casi toda la población que vivía en este arrabal sevillano,  desde hace más de cinco siglos,  estaba compuesto por gitanos, aunque  durante los años sesenta y setenta del pasado siglo las autoridades de entonces , tal vez con la complicidad  con algún que otro especulador inmobiliario, propiciaron la expulsión de muchas familias romaní de la Cava Trianera.
        
         Serafín Estébanez Calderón (El Solitario)  autor de "Un baile en Triana", episodio que forma parte de las "Escenas Andaluzas"  describió una fiesta flamenca en Triana que sirvió de base para estudios posteriores de casi todos los investigadores. En dicha fiesta,  se cita como cantaor al mítico "Fillo" y a su maestro "El Planeta",  grandes figuras y maestros   de los inicios de la historia del flamenco,

                                “Sevilla tuvo una niña,
                                          y le pusieron Triana;
                                         la bautizaron en el Río
                                         los gitanos de la Cava”


En Triana en el cante por siguiriya, así como en el de las tonás se conserva y transmite su buen foco arcaico, sus cadencias, sus primitivos ecos frente, tal vez,  a los estilos “algo más abierto” mucho más interpretados y populares que en Jerez o en Cádiz y los Puertos.

Por el año 1.850 aparece por los campos de Jerez o por Cádiz un gitano del municipio sevillano de Gelves que, invitado por el Sr. Manuel Molina, se dedica a cantar estas siguiriyas primitivas de las que aprendieron Curro Durse, Paco La Luz, entre otros; se trata de Frasco El Colorao.




                                                "A las dos de la noche
                                                  me despierto y digo:
                                               ¿Dónde estará mi compañerita
                                                 que no está conmigo?"

Este estilo de Frasco el Colorao con tercios ligados, con dura expresión y esas ya señaladas especiales cadencias, va a servir de base para otros cantaores trianeros, destacando entre todos una familia, la de los Caganchos, quienes engrandecieron los estilos trianeros que nos llegan a través de Tomás Pavón y, más tarde, de Pepe el de la Matrona, de quien se dice es el máximo representante y conocedor de la escuela de Triana.

                                                "Que duquelas más grandes
                                                  a mí me llegó,
                                                 malhaya sea estos pasitos
                                                 que esta gitana dio."

Otro artista importante que le dio realce a este estilo de siguiriya (insisto donde se aprecia el aire de semejanza de tonás) es Pepe el Culata sin olvidarnos del que según algunos fue el mejor cantaor de todos los tiempos: Silverio Franconetti, quien consiguió dignificar el cante llevándolo desde las tabernas a los cafés cantantes y de ahí con toda seguridad a nosotros. De Silverio decía Lorca:

                             "...Los viejos se erizaban los cabellos y se abría el azogue de los espejos..."
                                  
                                               Calorrós de Triana
                                               duquelas pasaron,
                                               los variables cortaron los puentes
                                               y ellos se ahogaron.

         No cabe duda que Triana ha tenido una gran importancia en la historia del arte que comentamos y por Tirana encontramos a grandes personalidades de nuestro genuino arte como:
         El puertorrealeño Francisco Ortega Vargas “el Fillo” de quien se decía por las Tabernas de Triana que era todo un maestro muy respetado por los aficionados hasta el punto,  de que cuando entraba en alguna taberna los aficionado presente dejaban de cantar y el silencio se rompía cuando el genio se arrancaba con algún cante, entendiéndose esto como un gesto para que continuaran la juerga. Se dice también que le tenían tal estima que  todos querían imitarle en su característica voz, pues algunos bebían bebidas como el aguardiente para que su voz  se le pareciera.  Compañera del Fillo fue la gran solearera La Andonda nacida en la Cava en 1831, una gitana según cuentan bravía  que cantaban por soleá de manera personalísima, tal vez la primera cantaora que supo “quejarse” cantando por soleá, sus letras casi siempre dedicadas al Fillo eran claras sentencias, eran famosas las variadas peleas  de esta pareja gitana por las calles trianeras, tal vez por celos, de ahí que siempre acompañara al maestro, murió la Andonda en el año 1891.
                                     La Andonda le dijo al Fillo,
                                               anda y vete pollo ronco
                                               a cantarle a los chiquillos.
                                               Pa yo volverte a ti hablar
                                               es menester que te pongas
                                               la banda de general.

         En la conocida taberna de “Casa Rufina” de la antigua calle Larga, hoy  calle Pureza, se daban con normalidad cita dos familias cantoras como Los Caganchos y Los Pelaos y allí era famoso los duelos flamenco con cantes como martinetes, siguiriyas o soleares y se dice que este último cante cercano al polo, podría ser unas primitivas soleá apolá o al menos de este estilo lo realizaban los Caganchos sin que faltaran algunas soleares de Triana.


         Grandes maestros del final del XIX y hasta la mitad XX fueron entre otros:
 Pepe el de la Matrona quién nos dejó una soleá de Triana que parece ser aprendió de la Andonda y del gran maestro de Morón (discípulo payo del Fillo) Silverio Franconetti.

                                      Se “jundió” la Babilonia,
                                               porque le faltó el cimiento,
                                               nuestro querer no se acaba,
                                               aunque falte el firmamento.
                  

         El de la Matrona nació en Triana en el año 1.887, de nombre  José Núñez Meléndez, llamado el de la Matrona por   la profesión de su madre. Con toda seguridad es uno de los grandes  artistas de nuestra particular edad de oro del flamenco.
         Su conocimiento en todos los palos flamencos es amplísimo y destaca por su pureza en  los diferentes cantes, dejándonos para un mejor estudio de su obra una colección de grabaciones con el nombre de Tesoros del Flamenco Antiguo, murió en Madrid en el año 1.980.
                                      Puente de Triana,
                                               se cayó la barandilla,
                                               y el coche que le achuchaba.

         Ramón El Ollero (1873- 1075) con un cante por soleá más larga y pausada.

          Emilio Abadía, quien de niño conoció en Triana a los Caganchos y a Ramón el Herrero,  gran defensor de los cantaores y cantes de Triana, aunque él sólo interpretara tres y de ella una Apolá, nació en 1906, fue catedrático de Bellas Artes dejando trabajos suyos en la Expo del 29, conocido como comunista de Triana murió el 27 de Agosto de 1986 en la localidad de Mairena del Aljarafe.

 Niño Segundo, destacado por las personalidad de sus cadencias en la soleá, no conocida hasta que fueron oídas de su voz.

 Juaquinito Ballestero, para quién Antonio el Arenero compuso la soleá Trianera:

                                     ya se murió Juaquinito,
                                               Juaquinito Ballestero,
                                               que cantaba por Solea,
                                               lo mejor del mundo entero


         El Sordillo de Triana, El Teta, Manolo Oliver, Naranjito de Triana,  Antonio el Arenero, Márquez el Zapatero… son  nombres que permanecen en la memoria de cualquier buen aficionado y que se encuentra escritas con letras de oro en la Historia del Flamenco y por supuesto en la historia de Triana.   

         Como se ha comentado varias veces y argumentado por la mayoría de los estudiosos del flamenco, Triana, considera como una de las cunas del cante con esa Cava de los gitanos donde se fraguan esas arcaicas tonás, esas primitivas siguiriyas o sus peculiares soleá, posee al  mismo tiempo una parte trianera conocida como El Zurraque generalmente habitada por artesanos payos con oficios variados como alfareros, carpinteros, herreros… y quienes nos han transmitido (ejemplos los nombrados anteriormente) sus formas especiales de hacer algunos cantes como la propia Soleá Alfarera distinta de la Grande de Triana que tan magníficamente nos llega gracias a uno de los más grande, al maestro de Mairena del Alcor: Antonio Mairena.














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