Saetas
En nuestro rincón, en el solar andaluz, en la Baja Andalucía. Porque la
saeta flamenca, porque nuestra saeta, nació aquí. Donde se fraguaron los jondos
cantes que representa nuestra cultura, los profundos ecos flamencos que tanto
nos hacen sentir. Porque también es cuna
de esta forma de sentir, de esta manera de rezar a undibé.
Ahí están
las afirmaciones por citar un ejemplo de Gabriel del Estal sobre los
comentarios que en su día dijera Antonio Mairena. “En
principio del siglo (se
refiere al reciente pasado siglo XX) llegó a Sevilla una
sencilla forma jerezana que se empezó a llamar Saeta por Siguiriyas, con tanta
o más dificultad y duende que el mejor cante por Siguiriyas y, por los años
treinta, el cante por saetas había llegado a ser de máxima altura de gran
desarrollo.
"Como no tenían naita que hacerle
le escupen y le abofetean
y le coronan de espinas
y la sangre le chorrea
por su carita divina"
Es
evidente que las saetas flamencas (pues varios son sus estilos) nos llega tal
vez siglos después de esas apariciones por los siglos XVI y XVII cuando los Hermanos Reverendos Padres del Convento de Nuestro Padre San Francisco hacían
por las calles sus estaciones del Vía Crucis cantando Saetas mientras
perdonaban los pecados a todos los que quisieran. Saetas éstas, lejos de las
actuales y de las que no se conservan algún documento sonoro para poder
explicar su musicalidad.
Con el
paso del tiempo y poco a poco, a los andaluces nos van llegando esos sentidos
versos a modo de flechazos y así arriban
al corazón de los flamencos quienes hacen que se vaya fraguando con el
transcurso de décadas y décadas y con las aportaciones de las diferentes
maneras, de las distintas formas que en nuestro pueblo entendemos los rezos… y
el pueblo flamenco lo entienden así: Con sus cantes.
La Saeta es
la genuina voz de nuestra Semana Santa o bien como nos dice Alfredo Arrebola.”
la saeta es el corazón del pueblo andaluz, aguijonado por el dolor
divino, del que brotan lágrimas que transformadas en dardos fulgurantes, se
hacen coplas.”
El cantar del
Pueblo andaluz
que
todas las primaveras
anda pidiendo
escaleras
para
subir a la cruz.
La Saeta es pues la
expresión más religiosa de nuestro pueblo, su origen, a pesar de los muchísimos
estudios realizados, sigue siendo una verdadera incógnita.
La Real Academia de la Lengua
define en el año 1.803 a
la Saeta como Coplilla que suele cantarse en la Iglesia o en la calle, y no es
hasta el año 1.918 cuando aparecen las primeras saetas en el flamenco. Según
unos a través de la voz de Manuel Centeno, cuya saeta encontramos con tercios
muy alargados, otros gracias a D. Antonio Chacón (tal vez por coincidir con las
primeras grabaciones sonoras), incluso a Manuel Torre aunque hay quien opina
que años antes ya se escuchaba estas oraciones flamencas a Enrique el Mellizo,
al Cojo de Málaga y a la
Niña Parra. Destacan también en esta etapa de esplendor La Serrana, Medina el Viejo,
Pastora Pavón- La Niña
de los Peines-, Manuel Vallejo y ¡cómo no! El Niño Gloria de cuya personalidad
y forma de hacer los cantes han bebido muchos artistas de su época o de años
posteriores, y claro no podía ser menos con la saeta a la que le imprimió eso
sello suyo especial, esa estructura perfectamente flamenca y jerezana.
Esta Sagita (dardo, flecha) es como
un mensaje, una petición, una esperanza, una manifestación de arrepentimiento,
de perdón, un rezo, una invocación en voz alta dirigida a la Virgen o al
Cristo.
En palabra de unos de nuestros mejores poetas
como fue Federico García Lorca “...
las Saetas son como flechas que atraviesan el corazón....”
Jesús que vas
“ataíto”
con cordeles y
desnudos,
dame un granito de
fe,
para comprender el
mundo.
La Saeta como cante ha llegado a
transformarse de tal modo que lo que en principio fue una creación sin
melodía, se ha convertido en uno de los cantes más bellos y sensibles.
A lo largo de su historia cabe
destacar como en varios trabajos de investigación nos aseveran que la Saeta ya
la cantaban los cristianos recién conversos para aumentar la poca fe que la
Iglesia puso en su cristiandad.
Otros estudios nos explican que el
origen de este cante-oración hay que buscarlo en los ALMUÉDANOS de las mezquitas de Córdoba, Granada y Málaga.
Por otra parte el flamencólogo José
Carlos de Luna las derivas de los recitados y salmodias de los antiguos
duelos, mientras que Fray Diego de Valencina nos indica
que la Saeta fue creación de los frailes capuchinos de Andalucía quienes
en un principio las utilizan en sus penitencias procesionales como remedio pues
veían como se iba perdiendo su poder con la predicación y con estas Saetas
Penetrantes hacían conmover los corazones más duros.
Jesús
de la buena muerte
perdona nuestros
pecados.
Si volviéramos a
verte
serías crucificado,
¡por los que dicen
quererte!
ESTROFA Y MUSICA EN LA SAETA
Una estrofa de cuatro o cinco
versos con rima romanceada es la forma métrica que normalmente se emplea para
la Saeta.
Su Música no puede
ser más conmovedora, su entonación grave, pausada, a veces lúgubre y casi
monótona dejando como en suspenso la cadencia final y viendo en sus tonalidades
reminiscencias de los cantes sinagogales de los judíos o como se indicara
anteriormente de los almuédanos quienes desde su alminar
llamaba a la oración a los fieles con cantos evocadores.
Son pues desde esos primeros
tiempos de la Andalucía musulmana a través de vivencias religiosa como
entendemos a la Saeta y claro ha quedado por los muchos estudios realizados que
el pueblo andaluz por encima de todo es un pueblo eminentemente religioso.
A los
andaluces nos llegan los “sentíos”
versos de la Saeta a modo de flechazos a través de los tiempos y así
arriban también al corazón de los flamencos pues El cante flamenco como
fenómeno abierto a todas las vivencias, no podía estar al margen de estas
peticiones o quejas
“Atormentao” y
sin culpa
te llevan en una cruz.
Lo mismito trata el amo
Al campesino andaluz.
¿Qué es el flamenco sino expresión de muchos sentimientos?
¿Qué es el flamenco sino una forma de quejarse, de sentir?
¿Acaso ese “fraguao” de etnias de
cultura primitivas que es el flamenco podría estar ajeno a ese sentimiento
religioso de sus gentes?
Dijo Federico García Lorca que El Flamenco es un rarísimo ejemplar de canto
primitivo.
El flamenco en palabras
de Antonio Gala tiene entre sus grandes valores el de manifestar esa forma de
quejarse de los grupos oprimido.
ESTILOS
DE LA SAETA
Referente a los distintos estilos
de interpretar la Saeta hay que volver también a esos hipotéticos orígenes,
pues antes de que al principio del siglo XX bien el Cojo de Málaga, Centeno o
Chacón aflamencaran estas letras de pasión, agonía y muerte del Cristo,
aparecen las emanadas directamente de aquellos Rosarios de la Aurora
introducidos por Fray Pedro de Ulloa
o las penetrantes de los frailes Capuchinos como las de Fray Diego
José de Cádiz quién escribió cinco en total y que fueron conocidas como
MISERERE, las del Pecado Mortal cantadas de
madrugá y como las anteriores por frailes, Saetas del Prendimiento que se
cantaban en Cabra y que consistían en intercalar fragmentos cantado en
las ceremonias populares durante la Semana Santa.
Entre los años 1.800 y 1.840, la
Saeta va dejando de ser un canto exclusivo de los monjes Capuchinos o
Franciscanos para ir poco a poco a convertirse en un canto del pueblo aunque
todavía sin las matizaciones del flamenco pues estas primitivas Saetas
populares tenían formas sencillas,
livianas y tal vez musicalmente
pobre en su ejecución.
Eran Saetas autóctonas de distintas
comarcas andaluzas llamadas: La Saeta Vieja de Córdoba, Las Cuarteleras
de Puente Genil, La Samaritana de Castro del Río, La Saeta Vieja de Arcos, Las
Marcheneras...
Sobre
estas últimas de la localidad de Marchena encontramos serias opiniones que nos
afirman de que fue un epicentro saetero donde factores históricos, sociales, musicales o religiosos
aseguran a Marchena como cuna saetera y así
tenemos las Cuartas de Nuestro Padre
Jesús de Nazareno, del Dulce Nombre de Jesús, Del Señor de la Humildad y
Paciencia o Carceleras de la soledad (todas basadas en coplas de cuatro
versos), las Quintas y Sextas del Cristo de San Pedro de la Hermandad del
Santísimo Cristo de San Pedro y María Santísima de las Angustias, formadas
por estrofas de cinco o seis versos cada saeta. Todas creadas por los propios
hermanos de las distintas cofradías.
Cuando
la Saeta nos viene al flamenco lo hace emparentándolas con los palos más duros
y jondo que pudieran existir en la nomenclatura de nuestros cantes, y así
encontramos en la escuela trianera y sevillana los más puros estilos de saeta
por Tonás o Martinetes como por ejemplo
la Saeta y Toná del Cristo mientras que desde Jerez aparece con claros
melismas siguiriyero de ahí la Saeta por Siguiriya genuina de la escuela jerezana
como la interpretada por El Niño Gloria, su hermana la Pompi o el mismísimo
Manuel Torre.
Pilatos te condenó
ante el pueblo soberano.
Han pasado veinte siglos,
Y otros se lavan las manos.
No
se puede olvidar otros estilos flamencos de Saetas más personales como los
interpretados, entre otros por Marchena, Valderrama, Antoñita Moreno con unas
maneras propias de los años cincuenta
cuando los matices de las saetas se realizan a través de alargar los
tercios en demasía, no exentos de gorgorismos
y perdiendo en jondura, aunque sin perder el sentido de lamento
sentencioso de sus letras. Lógico, pues coincidían con la época de la ópera
flamenca.
LAS LETRAS DE LA SAETA
El
cómputo de las letras de Saetas que conocemos está afortunadamente alterado
pues cada año nacen nuevas Saetas con ligeras, a veces, variaciones sobre el mismo
tema. La calidad de la Saeta puede llegar incluso al rango de consumada obra de
arte, pero al ser cantada esta oración de forma espontánea al paso de alguna
imagen procesional, esa calidad no es imprescindible.
Suelen
evocar las Saetas en sus letras algún momento de la pasión, muerte y
resurrección de Jesucristo, del dolor de la Virgen, o bien pedir alguna gracia.
Tú
que penas, tú que sufres,
Virgen de la Soledad,
te pido para mis males
pan, trabajo y libertad.
También encontramos muchas letras
en las que predominan el piropo hacia algunas de las imágenes de los tronos
procesionales, o sobre algún detalle que “el poeta” quiera destacar, cosa
comprensiblemente fácil para la conocida imaginación del pueblo andaluz.
Tienes
del color moreno
tu carita
de azucena,
y tienes
tan blanca el alma
como
negras son tus penas.
INTÉRPRETES
DE LA SAETA
A lo largo de la historia del
flamenco son muchos los grandes cantaores que han destacado como buenos
intérpretes saeteros, recordamos a los ya nombrados como Centeno, Cojo Málaga,
D. Antonio Chacón, Enrique el Mellizo, Manuel Torre, Niño Gloria, Tomás Pavón, La Niña de los Peines, Enrique
el Morcilla, Manuel Vallejo, La
Niña de la
Alfalfa, Antonio Mairena, Pepe Marchena, Rafael Romero,
Juanito Valderrama, Pepe Pinto,
Antoñita Moreno, La Paquera de
Jerez, Manuel Mairena, Jarrito, Manolo Caracol, Juan Hierro y Frasquito de
Puente Genil, Ángel Vargas (de Jerez), Canalejas de Puerto Real (Costumbre la
de Juan de acudir todos los años a cantar a Nuestro Padre Jesús durante la
Semana Santa de Jaén). Es digno de destacar una larguísima lista de cantaores y
cantaoras anónimos que cada año suelen renovar su voto, su promesa como ellos saben. Rezándoles a su Cristo o su
Madre, cantando.