miércoles, 23 de marzo de 2016

“... las Saetas son como flechas que atraviesan el corazón....” Entrega nº 178 (Jueves Santo 24.3.16)

Saetas
En nuestro rincón, en el solar andaluz, en la Baja Andalucía. Porque la saeta flamenca, porque nuestra saeta, nació aquí. Donde se fraguaron los jondos cantes que representa nuestra cultura, los profundos ecos flamencos que tanto nos hacen sentir. Porque  también es cuna de esta forma de sentir, de esta manera de rezar a undibé.

Ahí están las afirmaciones por citar un ejemplo de Gabriel del Estal sobre los comentarios que en su día dijera Antonio Mairena. “En principio  del siglo (se refiere al reciente pasado siglo XX) llegó a Sevilla una sencilla forma jerezana que se empezó a llamar Saeta por Siguiriyas, con tanta o más dificultad y duende que el mejor cante por Siguiriyas y, por los años treinta, el cante por saetas había llegado a ser de máxima altura de gran desarrollo.

      "Como no tenían naita que hacerle
                  le escupen y le abofetean
                  y le coronan de espinas
                  y la sangre le chorrea
                  por su carita divina"

Es evidente que las saetas flamencas (pues varios son sus estilos) nos llega tal vez siglos después de esas apariciones por los siglos XVI y XVII cuando los Hermanos Reverendos Padres del Convento de Nuestro Padre San Francisco hacían por las calles sus estaciones del Vía Crucis cantando Saetas mientras perdonaban los pecados a todos los que quisieran. Saetas éstas, lejos de las actuales y de las que no se conservan algún documento sonoro para poder explicar su musicalidad.


Con el paso del tiempo y poco a poco, a los andaluces nos van llegando esos sentidos versos a modo de flechazos y así  arriban al corazón de los flamencos quienes hacen que se vaya fraguando con el transcurso de décadas y décadas  y  con las aportaciones de las diferentes maneras, de las distintas formas que en nuestro pueblo entendemos los rezos… y el pueblo flamenco lo entienden así: Con sus cantes.

La Saeta es la genuina voz de nuestra Semana Santa o bien como nos dice Alfredo Arrebola. la saeta es el corazón del pueblo andaluz, aguijonado por el dolor divino, del que brotan lágrimas que transformadas en dardos fulgurantes, se hacen coplas.”

                        El cantar del Pueblo andaluz

                            que todas las primaveras

                            anda pidiendo escaleras

                            para subir a la cruz.

La Saeta es pues la expresión más religiosa de nuestro pueblo, su origen, a pesar de los muchísimos estudios realizados, sigue siendo una verdadera incógnita.
La Real Academia de la Lengua define en el año 1.803 a la Saeta como Coplilla que suele cantarse en la Iglesia o en la calle, y no es hasta el año 1.918 cuando aparecen las primeras saetas en el flamenco. Según unos a través de la voz de Manuel Centeno, cuya saeta encontramos con tercios muy alargados, otros gracias a D. Antonio Chacón (tal vez por coincidir con las primeras grabaciones sonoras), incluso a Manuel Torre aunque hay quien opina que años antes ya se escuchaba estas oraciones flamencas a Enrique el Mellizo, al Cojo de Málaga y a la Niña Parra. Destacan también en esta etapa de esplendor La Serrana, Medina el Viejo, Pastora Pavón- La Niña de los Peines-, Manuel Vallejo y ¡cómo no! El Niño Gloria de cuya personalidad y forma de hacer los cantes han bebido muchos artistas de su época o de años posteriores, y claro no podía ser menos con la saeta a la que le imprimió eso sello suyo especial, esa estructura perfectamente flamenca y jerezana.
Esta Sagita (dardo, flecha) es como un mensaje, una petición, una esperanza, una manifestación de arrepentimiento, de perdón, un rezo, una invocación en voz alta dirigida a la Virgen o al Cristo.


 En palabra de unos de nuestros mejores poetas como fue Federico  García Lorca  “... las Saetas son como flechas que atraviesan el corazón....”
                                   Jesús que vas “ataíto”
                                   con cordeles y desnudos,
                                  dame un granito de fe,
                                 para comprender el mundo.
 La Saeta como cante ha llegado a transformarse de tal modo que lo que en principio fue una creación sin melodía, se ha convertido en uno de los cantes más bellos y sensibles.


A lo largo de su historia cabe destacar como en varios trabajos de investigación nos aseveran que la Saeta ya la cantaban los cristianos recién conversos para aumentar la poca fe que la Iglesia puso en su cristiandad.

Otros estudios nos explican que el origen de este cante-oración hay que buscarlo en los ALMUÉDANOS  de las mezquitas de Córdoba, Granada y Málaga.
Por otra parte el flamencólogo José Carlos de Luna las derivas de los recitados y salmodias de los antiguos duelos, mientras que Fray Diego de Valencina nos indica que la Saeta fue creación de los frailes capuchinos de Andalucía quienes en un principio las utilizan en sus penitencias procesionales como remedio pues veían como se iba perdiendo su poder con la predicación y con estas Saetas Penetrantes hacían conmover los corazones más duros.
                                   Jesús de la buena muerte
                                   perdona nuestros pecados.
                                  Si volviéramos a verte
                                 serías crucificado,
                                ¡por los que dicen quererte!
                                  

                                   ESTROFA Y MUSICA EN LA SAETA 

Una estrofa de cuatro o cinco versos con rima romanceada es la forma métrica que normalmente se emplea para la Saeta.
Su Música no puede ser más conmovedora, su entonación grave, pausada, a veces lúgubre y casi monótona dejando como en suspenso la cadencia final y viendo en sus tonalidades reminiscencias de los cantes sinagogales de los judíos o como se indicara anteriormente de los almuédanos quienes desde su alminar llamaba a la oración a los fieles con cantos evocadores.
Son pues desde esos primeros tiempos de la Andalucía musulmana a través de vivencias religiosa como entendemos a la Saeta y claro ha quedado por los muchos estudios realizados que el pueblo andaluz por encima de todo es un pueblo eminentemente religioso.
A los andaluces nos llegan los “sentíos”  versos de la Saeta a modo de flechazos a través de los tiempos y así arriban también al corazón de los flamencos pues El cante flamenco como fenómeno abierto a todas las vivencias, no podía estar al margen de estas peticiones o quejas

                                             Atormentao” y sin culpa
                                               te llevan en una cruz.
                                               Lo mismito trata el amo
                                              Al campesino andaluz.

¿Qué es el flamenco sino expresión de muchos sentimientos? ¿Qué es el flamenco sino una forma de quejarse, de sentir?
¿Acaso ese “fraguao” de etnias de cultura primitivas que es el flamenco podría estar ajeno a ese sentimiento religioso de sus gentes?

Dijo Federico García Lorca que El Flamenco es un rarísimo ejemplar de canto primitivo.
El flamenco en palabras de Antonio Gala tiene entre sus grandes valores el de manifestar esa forma de quejarse de los grupos oprimido.
                                  
                                  ESTILOS DE LA SAETA

Referente a los distintos estilos de interpretar la Saeta hay que volver también a esos hipotéticos orígenes, pues antes de que al principio del siglo XX bien el Cojo de Málaga, Centeno o Chacón aflamencaran estas letras de pasión, agonía y muerte del Cristo, aparecen las emanadas directamente de aquellos Rosarios de la Aurora introducidos  por Fray Pedro de Ulloa o las penetrantes de los frailes Capuchinos como las de Fray Diego José de Cádiz quién escribió cinco en total y que fueron conocidas como MISERERE, las del Pecado Mortal cantadas de madrugá y como las anteriores por frailes, Saetas del Prendimiento que se cantaban en Cabra y que consistían en intercalar fragmentos cantado en las ceremonias populares durante la Semana Santa.
Entre los años 1.800 y 1.840, la Saeta va dejando de ser un canto exclusivo de los monjes Capuchinos o Franciscanos para ir poco a poco a convertirse en un canto del pueblo aunque todavía sin las matizaciones del flamenco pues estas primitivas Saetas populares tenían formas sencillas,  livianas y tal vez musicalmente  pobre en su ejecución.
Eran Saetas autóctonas de distintas comarcas andaluzas llamadas: La Saeta Vieja de Córdoba, Las Cuarteleras de Puente Genil, La Samaritana de Castro del Río, La Saeta Vieja de Arcos, Las Marcheneras...
Sobre estas últimas de la localidad de Marchena encontramos serias opiniones que nos afirman de que fue un epicentro saetero donde factores   históricos, sociales, musicales o religiosos aseguran a Marchena como cuna saetera y  así tenemos  las Cuartas de Nuestro Padre Jesús de Nazareno, del Dulce Nombre de Jesús, Del Señor de la Humildad y Paciencia o Carceleras de la soledad (todas basadas en coplas de cuatro versos), las Quintas y Sextas del Cristo de San Pedro de la Hermandad del Santísimo Cristo de San Pedro y María Santísima de las Angustias, formadas por estrofas de cinco o seis versos cada saeta. Todas creadas por los propios hermanos de las distintas cofradías.
Cuando la Saeta nos viene al flamenco lo hace emparentándolas con los palos más duros y jondo que pudieran existir en la nomenclatura de nuestros cantes, y así encontramos en la escuela trianera y sevillana los más puros estilos de saeta por Tonás o Martinetes como por ejemplo  la Saeta y Toná del Cristo mientras que desde Jerez aparece con claros melismas siguiriyero de ahí la Saeta por Siguiriya genuina de la escuela jerezana como la interpretada por El Niño Gloria, su hermana la Pompi o el mismísimo Manuel Torre.
                                               Pilatos te condenó
                                               ante el pueblo soberano.
                                              Han pasado veinte siglos,
                                              Y otros se lavan las manos.
No se puede olvidar otros estilos flamencos de Saetas más personales como los interpretados, entre otros por Marchena, Valderrama, Antoñita Moreno con unas maneras propias de los años cincuenta  cuando los matices de las saetas se realizan a través de alargar los tercios en demasía, no exentos de gorgorismos  y perdiendo en jondura, aunque sin perder el sentido de lamento sentencioso de sus letras. Lógico, pues coincidían con la época de la ópera flamenca.

                                   LAS LETRAS DE LA SAETA

El cómputo de las letras de Saetas que conocemos está afortunadamente alterado pues cada año nacen nuevas Saetas con ligeras, a veces, variaciones sobre el mismo tema. La calidad de la Saeta puede llegar incluso al rango de consumada obra de arte, pero al ser cantada esta oración de forma espontánea al paso de alguna imagen procesional, esa calidad no es imprescindible.
Suelen evocar las Saetas en sus letras algún momento de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, del dolor de la Virgen, o bien pedir alguna gracia.
                                               Tú que penas, tú que sufres,
                                               Virgen de la Soledad,
                                               te pido para mis males
                                               pan, trabajo y libertad.

También encontramos muchas letras en las que predominan el piropo hacia algunas de las imágenes de los tronos procesionales, o sobre algún detalle que “el poeta” quiera destacar, cosa comprensiblemente fácil para la conocida imaginación del pueblo andaluz.
                                               Tienes del color moreno
                                               tu carita de azucena,
                                               y tienes tan blanca el alma
                                              como negras son tus penas.
           
               INTÉRPRETES DE LA SAETA

A lo largo de la historia del flamenco son muchos los grandes cantaores que han destacado como buenos intérpretes saeteros, recordamos a los ya nombrados como Centeno, Cojo Málaga, D. Antonio Chacón, Enrique el Mellizo, Manuel Torre, Niño Gloria, Tomás Pavón, La Niña de los Peines, Enrique el Morcilla, Manuel Vallejo, La Niña de la Alfalfa, Antonio Mairena, Pepe Marchena, Rafael Romero, Juanito Valderrama, Pepe Pinto,
Antoñita Moreno, La Paquera de Jerez, Manuel Mairena, Jarrito, Manolo Caracol, Juan Hierro y Frasquito de Puente Genil, Ángel Vargas (de Jerez), Canalejas de Puerto Real (Costumbre la de Juan de acudir todos los años a cantar a Nuestro Padre Jesús durante la Semana Santa de Jaén). Es digno de destacar una larguísima lista de cantaores y cantaoras anónimos que cada año suelen renovar su voto, su promesa  como ellos saben. Rezándoles a su Cristo o su Madre, cantando.


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