ENTREGA Nº 81 31 DE MAYO DE 2014
MUJERES QUE DEJARON Y DEJAN HUELLAS
EN EL CANTE
-12-
LA SERNETA
MERCEDES FERNÁNDEZ VARGAS, gran cantaora gitana, más conocida
con el nombre artístico de LA SERNETA, nació en Jerez de la
Frontera en 1840 y murió en Utrera en 1912. Vivió desde los veintitrés años en
Utrera, donde se inició como profesional del cante, debiendo haber actuado en
los cafés cantantes de su tiempo, aunque no han sido halladas hasta la fecha
referencias concretas de este supuesto.
Gozó en su época de un gran prestigio entre la afición y entre los
mismos profesionales más destacados, especialmente por su personalísima soleá,
estilo por el que ha creado escuela y sobre todo en la muchas reuniones privadas.
Según afirmó ella misma en una entrevista publicada en 1901, el
apodo de Serneta fue: "Porque disen de un pájaro, que le
yaman serneta, que es mu ligero, y como yo era mu viva de pequeña, me decía mi
mare: ¡Anda, que paeses una sernetiya! Y Serneta me quedó".
Según Juan de la Plata, vivió algunos años en Madrid dedicada a
dar clases de guitarra a la aristocracia. En esos tiempos que frecuentaba a familias importante de la aristocracia
madrileña escriben de ella aún con edad avanzada recordaban la jondura de su estilo por soleá
escribiéndose también de su época final
alejada del arte cuando llegó a vivir
del “fiado de ropas, alejada del arte y de su gloria, dice Roberto de Palacio, que la entrevistó en 1895
en sus escritos sobre la Serneta en 1901
que gracias a Chacón, el notable
cantaor, pudo dar un concierto en el Liceo Ríus (Madrid). Los años no habían
pasado en balde por las facciones de la hermosa jerezana, y júzguese de la
sorpresa del público al oír a aquella vieja cantar por soleares como ya no se
estila. Los que la conocieron en sus buenos tiempos, recordaban su copla
predilecta.
El elogio más contundente sobre la Serneta, su cante y su belleza,
lo dejó escrito Fernando el de Triana: "En esta gitana de sin par belleza,
volcó la divina Naturaleza el tarro de la salsa y el grado máximo del faraónico
estilo del cante por soleá: su voz era de una dulzura incomparable y entre los
escalofríos que producían los duendes de sus cantes y aquella cara bonita para
virgen, no cabía más factor intermedio que el oloroso vino de Jerez o la
clásica manzanilla de Sanlúcar, complemento necesario para estar a gusto en tan
simpático ambiente”.
Cuando
murió la Serneta
la
escuela quedó cerrá,
porque
se levó la llave
del
cante por soleá.
En
1963, Ricardo Molina teorizó así sobre las soleares de la Serneta: "Con
los cantes de Merced Fernández Vargas hemos tenido mucha suerte. Conservamos
cinco o seis soleares suyas. Algunos cantaores, vivos aún, conocieron
personalmente a la maestra de la soléa y de ella aprendieron sus cantes. Tal,
Pastora Pavón, que de niña pasó temporadas en casa de la Serneta. A la Serneta
le gustaba el cante de Pastora. Tanto Pastora como su hermano, el gran Tomás,
hicieron magistralmente los cantes de Merced. También solía cantarlos Manuel
Torre. Por su conducto han llegado hasta nuestros días salvándose del olvido,
pues la Serneta no llegó a hacer discos. En las soleares de la gran cantaora
jerezana late el alma de Sevilla. Es la vieja y grave escuela de Triana la que
se remoza en el arte inimitable de Merced. Es un eco vivo y directo de la
bravía Andonda el que endulza y pasa del grito al gemido en las soleares de la
Serneta. La difusión de sus cantes fue enorme. Juan Breva y Chacón los hacían
con frecuencia, y los que muchos califican a la ligera de soleares de Juan
Breva, son los de Mercedes Fernández Vargas".
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